Propósito para 2018: mantener su tecnología y a usted mismo al día

Garry Kasparov 1 feb 2018

Estar al tanto de todo lo relacionado con la tecnología contribuirá a reforzar su seguridad y privacidad en línea.

Desde que entramos en 2018, he animado a todo el mundo a incluir un propósito sencillo en su lista: asegurarse de estar bien informados sobre la tecnología que usan y evitar, así, ser arrastrados por falsos discursos y afirmaciones exageradas sobre sus peligros. Voy a ser claro: existen verdaderas amenazas, pero no proceden de la propia tecnología. Como siempre digo, la tecnología es agnóstica. Los peligros provienen de aquellas personas con malas intenciones que están dispuestas a usar cualquier herramienta que tengan a su disposición, incluidas las del ciberespacio, para hacer daño. Nuestro verdadero objetivo debería ser luchar contra estas fuerzas, no demonizar a este o aquel desarrollo tecnológico más reciente. Recibir formación sobre las realidades de nuestro mundo digital es el mejor antídoto contra los miedos infundados. Además, si se realiza de forma adecuada, también es la mejor manera de vacunarnos contra los problemas de seguridad que la tecnología plantea realmente.

En todos nuestros dispositivos y aplicaciones favoritos, siempre hay vulnerabilidades de seguridad escondidas a la espera de ser explotadas. Cuando inevitablemente salen a la luz, nos centramos muchísimo en ellas durante unos días, o semanas, como máximo, y, luego, volvemos a realizar nuestras acciones habituales. Incluso actualmente, con todos los hackeos que hay y a los que se les da tanta publicidad, ¿cuántos de ustedes cambian las contraseñas a menudo, activan la autenticación en dos pasos y consultan otras prácticas recomendadas sobre ciberseguridad?

En lugar de que las filtraciones de datos nos sorprendan una y otra vez, deberíamos anticiparnos a ellas. Estos exploits son un hecho de nuestro panorama tecnológico. Los fallos son inevitables en un entorno competitivo que no deja de crecer, y los exploits masivos que afectan a los chips llamados Meltdown y Spectre son únicamente los ejemplos más recientes. Todas las empresas se esfuerzan por ser más rápidas y baratas, lo que provoca que los errores y las brechas de seguridad relacionadas sean prácticamente inevitables. El mercado las presionará y los consumidores y reguladores sancionarán a estas empresas, de alguna forma, pero la conclusión es que esos exploits son una realidad permanente. Como he señalado anteriormente, la forma más eficaz de protegerse es vacunarse contra el «virus», por así decirlo. Si se usan prácticas de seguridad personal eficaces, estará más seguro, pero también contribuirá en la protección de la comunidad. Cuantas más personas sean conscientes de las constantes amenazas que existen y lleven a cabo una buena higiene digital, menos probable será que estalle una «epidemia». Estar informado es la primera capa de defensa.

Dicho esto, una vez que hayamos realizado ciertos pasos para proteger nuestra seguridad, las amenazas graves, en el ámbito personal, nacional y global, seguirán existiendo. Estas amenazas son importantes y las más difíciles de abordar, Esto no significa que debamos dejar de hacerles frente ni desviar nuestra atención a problemas menos urgentes. Como se ha demostrado gracias a los últimos acontecimientos, los peligros derivados de intentar evitar estos desafíos están aumentando. Recuerde los recientes esfuerzos del grupo ruso de hackeo Fancy Bear para acceder al Senado de EE. UU. y a los Juegos Olímpicos de Invierno de Corea del Sur. Lejos de detenerse tras su hackeo al Partido Demócrata de Estados Unidos en 2016, el grupo se ha envalentonado gracias a sus éxitos y va a llevar a cabo nuevas campañas (y, como siempre ocurre, las más dañinas son aquellas que se desconocen). Su último proyecto consistió en diseñar un sofisticado correo electrónico de phishing para logar acceder a los correos electrónicos del Senado estadounidense. Simultáneamente, lanzó un lote de correos electrónicos robados de los funcionarios del Comité Olímpico de EE. UU. en represalia por su denuncia sobre el programa de dopaje masivo patrocinado por Rusia.

Durante el desarrollo de todos estos acontecimientos, una gran parte de la atención de los habitantes de EE. UU. ha dado un giro para centrarse en la transparencia y la responsabilidad en el ámbito nacional. En el cambio más reciente de inclinación de la balanza en este debate, los partidarios de la seguridad han logrado una victoria en lo que se refiere a la extensión a largo plazo de partes fundamentales de la Ley de Vigilancia Extranjera estadounidense (FISA, por sus siglas en inglés). Según esta nueva legislación, el gobierno de EE. UU. ha sido autorizado a utilizar durante seis años más diversas técnicas de vigilancia en Internet, incluidos los rastreos de correos electrónicos e historiales de búsqueda, sin los requisitos de autorización, que el Gobierno entiende son complicados.

Esto puede sonar rutinario, ya que los representantes del Gobierno casi siempre favorecen la expansión de los poderes del ejecutivo, por mucho que hablen de la necesidad de contar con un «gobierno reducido». Sin embargo, este desarrollo supone un cambio de tendencia en la conversación nacional, que ha favorecido a los defensores de la privacidad tras la dramática publicación de los documentos de la NSA en 2013 por parte de Edward Snowden. Aunque este es un debate muy importante con el que se podría seguir, me preocupa que sirva para distraer la atención de amenazas mucho más graves a la seguridad. Los hackers de Corea del Norte y Rusia, después de todo, no están sujetos al control del Congreso.

A la vez que promovemos la preservación de las libertades importantes en el ámbito nacional, debemos mantenernos alerta sobre las personas que actúan en el extranjero y quieren debilitar las sólidas bases de la democracia occidental. Con frecuencia, esto implica encontrar complicados equilibrios. Queremos proteger nuestras elecciones, pero no queremos que el Gobierno tenga una capacidad excesiva de control en Internet, es decir, se debe encontrar un buen equilibrio entre la privacidad y la seguridad, y, en ocasiones, esto implica tener que sacrificar un nivel determinado de libertad individual para conseguir una mejor seguridad colectiva.

En mi última publicación, me centré en nuestra disposición a ceder preciados individuales, como los biométricos, a cambio de los servicios y funciones que las empresas nos ofrecen. Intentar mantener una privacidad verdadera cuando se produce una recopilación tan amplia de información es un ejercicio inútil. En cambio, los usuarios expertos realizarán acciones con sentido común para protegerse en un mundo en el que Facebook, Apple, Google y Amazon compiten por su información.

Puede encontrar varios consejos útiles de expertos sobre cómo protegerse en este sitio, desde la forma de optimizar su estrategia de contraseñas hasta la manera de evitar conexiones a Internet inseguras con una VPN. Cuando implemente estas medidas para mantenerse protegido en línea, espero que recuerde que no se trata de una competición de las grandes corporaciones por conseguir su atención y sus clics, ni tampoco es solo el Gobierno de EE. UU. el que accede a sus comunicaciones. Por moderno que pueda parecer en algunos círculos referirse a estas enormes empresas privadas y gobiernos democráticos como «los malos», eso puede distraernos de las amenazas de personas realmente dañinas. No se preocupe, no voy a quitar responsabilidad a las empresas. A mí me fastidia más que a nadie la forma en que Rusia y otros han usado las redes sociales como armas mientras en Silicon Valley todos se encogían de hombros y contaban sus beneficios. Lo único que quiero es que aquellos que han convertido la tecnología en armas sean tan responsables como los que las crearon.

Los hackers y el malware actualmente son una parte que está siempre presente en nuestra realidad digital y los gobiernos autoritarios cada vez tienen más capacidad para sacar partido a la tecnología con el fin de conseguir sus propósitos. El problema no es la mala tecnología, sino las malas personas. Por lo tanto, le insto a centrarse en los problemas principales de la prosperidad humana: la represión, el antiliberalismo y la corrupción. Siga analizando las formas en que la tecnología puede mejorar su vida y no tenga miedo a la innovación. Las nuevas tecnologías aportan nuevas oportunidades, tanto para lo bueno como para lo malo. No me cabe duda de que el año que viene surgirán una gran cantidad de avances y obstáculos similares. Teniendo en cuenta la forma en que cada uno interactúa con la tecnología, individualmente y como miembros de una comunidad global, podemos asegurarnos de que 2018 se convierta en un paso hacia una mayor seguridad y libertad para todos.

 

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